De nuevo las cenas de Navidad... compañeros de colegio, de instituto, de universidad, amigos de toda la vida... demasiadas cenas, demasiada comida, momentos que pasarán a la historia como 'Cena de Navidad del año xxxx', un año más, una cena más, una lista de momentos a recordar...
A veces me pregunto si todo se hará por la odiosa rutina anual... otras veces estoy convencida de que no es así, que me apetece reencontrarme con ellos... supongo que esto es como la curiosa montaña rusa de la vida, a veces en lo alto, sintiendo el mundo a tus pies, sabiendo que no se puede llegar más alto, que no se puede ser más feliz, que no se puede estar más orgullosa de tu propia vida de lo que estás en ese momento, que te sientes afortunada de lo que tienes y de lo que no tienes y sobretodo que te quieres por encima de todo, que te gusta tu vida y todo lo que ella implica, tus amigos, cada vez menos y más sinceros, tu familia, tan diferentes y semejantes a la vez, tu compañero de viaje... nada puede ser mejor...
Y en otros momentos, cuando estás abajo, te sientes una insignificante diminuta parte de este enorme mundo en el que te ha tocado vivir, que nada es tan bonito como parece, que toda felicidad termina, en un segundo, en un minuto, un dia, en un lunes, en un maldito y desafortunado accidente o bien, en el final de un camino siendo unos viejecitos rodeados del cariño de tus nietos. Cuando parece que hasta una invisible hormiga puede aplastarte o cuando sientes que quizás, no te mereces nada de todo lo bueno que tienes. Cuando piensas que tu actitud es egoísta al ver que tus sueños, no siempre imprescindibles para vivir, se van haciendo realidad, y te golpea como un huracán que no deja nada a su paso, la cruel y dura realidad haciendote ver que no era tan importante tu deseo comparado al de cualquier otro ser de este mundo que no tuvo tanta suerte como tú...
Y en estos momentos me hago una pregunta ¿no tengo derecho a poder alargar esos momentos de felicidad, si tengo oportunidad, con cosas cotidianas como el resto del mundo?
Si analizamos que esas 'cosas cotidianas' podrían pagar y salvar muchas vidas quizás la respuesta no sea tan obvia ni tan evidente...
Soy consciente que llegados a este punto de la historia, no tiene ningún sentido echarse para atrás, no ahora que parece que todo está tan cerca y que hay tanta gente ayudando, ahora que parece que la cima de esta montaña está a un palmo de ser alcanzada y de convertirse, aún por un tiempo indefinido, de una alta e inalcanzable cúspide a un camino llano a dos palmos del cielo.
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